TRANS-OCEJÓN

 PRÓLOGO:

Hace un año por estas fechas tenía que haber escrito esta crónica. En 2011 un sinsentido frustró la ejecución de este proyecto y es por esto por lo que ahora me siento delante del ordenador para intentar relatar esta travesía.

1ª ETAPA. SÁBADO 26 DE JUNIO DE 2012


 enlace cartografía

Son las 8:00 cuando salimos de Colmenar Viejo. Voy en el coche con Rosalía y Sara, camino de Manzanares el Real donde recogemos a Rosa según lo previsto. Llevamos el maletero cargado con las mochilas y con muchísima ilusión. Nos esperan tres días de pateo continuado hasta llegar al Pico Ocejón, y, porque no teníamos más días libres...

Tras una hora de camino llegamos a Somosierra, punto de partida. Sacamos del coche todos los bultos necesarios y tras echárnoslos a nuestras espaldas nos colocamos para hacernos la foto de rigor. Tenía pensado que, al igual que hace dos años, la ermita de la soledad fuese el escenario de este momento, pero en esta ocasión captamos esta "entrañable" figura en la fachada de la iglesia de Santa María de las Nieves.



Son las 09:30 y el sol sube rápidamente. La previsión es de cielo totalmente despejado, sin ninguna nube. Ya en la trans-Guadarrama sufrimos las consecuencias del calor en las cumbres y por eso nos ponemos nuestro traje de protección solar...

Comenzamos la ruta descendiendo por la antigua carretera de Somosierra. Tras kilómetro y medio tomamos un sendero que sale a mano derecha, en dirección hacia las chorreras, que en esta época del año está más que seca (tan sólo un tímido reguero cruza el camino un poco más adelante). El camino asciende de manera suave durante algo menos de un kilómetro, para luego incrementar de manera notable su pendiente en los siguientes dos kilómetros.

Son las 11:00. Nos topamos con una puerta por la que nos adentramos al pinar y tras ella, un poco más adelante, con una pista ancha de tierra. Cualquier otro pondría en duda si continuar por la izquierda o por la derecha, pero nosotros... está claro, atrochando que es gerundio. Seguimos de frente, en dirección perpendicular a las curvas de nivel, remontando la loma.

Tras salvar una pequeña pedrera seguimos la valla que delimita las provincias de Madrid y Segovia.


Así durante unos tres kilómetros de continuada subida, desde los 1670 m de altitud hasta las 2129 m de la cima del Pico Tres Provincias o Peña Cebollera Vieja.


Son las 13:00 horas. La subida ha sido... ¿cómo diría yo, pesada? El calor es sofocante, lo mismo te queman los rayos de sol como el fuego que desprende el suelo desnudo de vegetación... menos mal que la espalda la llevamos bien protegida con la mochila.

Las vistas y la presencia del ganado nos refrescan el ánimo. A nuestras espaldas dejamos las primeras etapas de la trans-Guadarrama, con el valle del Lozoya salpicado de masas de agua.


Echamos la vista adelante y divisamos el resto de nuestra etapa, no queda duda, seguir la loma hasta la siguiente cima, dejando Segovia a nuestra izquierda y Guadalajara a nuestra derecha. Ahora nos toca bajar todo lo que hemos subido... y con mucho cuidado porque la fuerte pendiente en algún tramo, unida a la arena seca y bloques sueltos hace esta tarea un poco pesada.


Mira que hay poca gente en estos lugares. Hasta el momento nos hemos topado con una pareja de senderistas durante la subida y  a un par de motoristas del que obviamente no voy a hacer ningún comentario. Pues bien, al final de esta maltrecha bajada nos cruzamos con un hombre que lleva una bicicleta de montaña casi al hombro. ¡Dónde irá este bersonaje!, supongo que la bicicleta bajará de nuevo igual que ha subido, no me imagino yo un descenso sobre ruedas con estas pendientes. En fin, al hombre le han vendido una bici de montaña y para eso la usa.


Habiendo salvado este desnivel llegamos a un tramo de llaneo. Nuestros cuerpos van pidiendo ya algo de comida y descanso. Buscamos algún roquedo que proyecte algo de sombra para poder cobijarnos. Nada, absolutamente nada. Continuamos un poco más la marcha, cruzando en nuestro camino el GR-88, hacia el Reajo del Puerto.

Son las 14:20. A escasos metros de este promontorio, junto a una pequeña pared de lajas, descargamos nuestras espaldas. No hay sombra, pero a cambio sopla de vez en cuando una brisa que nos refresca.

Con las buenas viandas que ha preparado Rosa, nuestros cuerpos se recomponen rápidamente. Tras la comida Sara da ejemplo y adopta una postura horizontal, cierra los ojos y aprovecha el momento para facilitar los primeros instantes de la digestión. Rosalía y Rosa charlan, y yo aprovecho para observar con calma el paisaje. Aunque éste no me es desconocido nunca estuve aquí y cualquier perspectiva nueva me llama la atención.

Curiosidad del día, yo que siempre voy mirando al suelo, por aquello que me cuentan las piedras, observo que de entre la tierra asoma algo distinto... lo desentierro y compruebo que es un cartucho algo deteriorado, en cuya parte posterior figura el siguiente marcado "P.S. 1919". Será de la guerra civil, pensé en aquel instante. Mientras escribo en el blog compruebo que, efectivamente, la vaina de ese cartucho se corresonde con un resto de la munición que, sobrante de la primera guerra mundial, se disparó en la guerra civil española. ¡Cuántas historias habrán quedado enterradas en estos lugares!.



Son las 15:50. Hemos cargado un poco las pilas y nos toca retomar el camino, ahora con el sol a nuestras espaldas.

El sendero se desdibuja entre el matorral bajo, baja primero al Collado de la Chana y asciende después por la Cuerda de la Pinilla. Mientras camino recuerdo la primera vez que vi nevado este cordal desde el Pico del Lobo, recorrerlo ahora es sencillo pero esto con nieve y hielo tiene que tener su miga.

A medida que nos acercamos a la estación de esquí de La Pinilla las pendientes de la cara norte se vuelven más pronunciadas. Ya en las proximidades del Pico del Lobo nos sorprende un imponente macizo rocoso que tenemos que sortear por su vertiente sur.


Una pista, supongo que un acceso para trabajos de mantenimiento de la estación de esquí, aparece bajo nuestros pies.
A través de una curiosa ventana, un poco más adelante, podemos observar la verticalidad del llamado Mirador y, un poco después las ruinas del antiguo remonte bajo la cima del Pico del Lobo.

Son las 18:00. Llegamos a la cumbre de esta etapa 2274 m de altitud. Tan sólo hemos recorrido cinco kilómetros desde la parada de la comida y el cuerpo vuelve a pedir una pequeña tregua. Tomando las medidas oportunas (no hay palabras para describir cómo está este lugar) aprovechamos la sombra ofrecida por las ruinas de la fachada norte de esta edificación.


Son las 18:50. El sol ya comienza a caer y se nota algo menos de calor. Ya sólo nos quedan unos siete kilómetros hasta el Puerto de la Quesera, la mayoría de bajada con algún que otro repecho.


Echando la vista atrás podemos observar lo pequeñas que se nos quedan las cimas y las distancias recorridas. Nuestras siluetas, proyectadas en el suelo, nos acompañan y nos marcan el rumbo en silencio.


Un alto en el camino para dejar constancia a escala fotografiable de la riqueza geológica de la zona.


Las contínuas subidas y bajadas de cerros y collados hacen que la llegada al puerto se nos haga más pesada de lo previsto.

A las 21:10 llegamos por fin a nuestro destino. El sol comienza a desplomarse hacia el horizonte en el día más largo del año. Ahora nos toca desplegar nuestro improvisado campamento antes de que la noche nos ponga impedimentos. Una buena cena y nos metemos en nuestros sacos para coger fuerzas. Mañana más.




2ª ETAPA. DOMINGO 27 DE JUNIO DE 2012

Nos desperezamos de una corta y fresca noche. Tomamos el desayuno y desmontamos el campamento lo más rápido posible. Hoy debemos salir cuanto antes para evitar las horas de mayor calor.

A las 08:32 echamos a andar. ¿Qué mejor manera de comenzar que subiendo? Nos dirigimos hacia el Collado de los Lobos para luego subir a la Peña de la Silla. Hace unos pocos meses estábamos pateando este mismo sendero con Ángel, camino a la cima de La Buitrera.

Una vez coronada esta loma bajamos a una preciosa pradera que nos conducirá hacia la Peña de la Tiñosa. El terreno cambia su morfología, pasando de lomas redondeadas a pendientes escarpadas. En aproximadamente una hora hemos llegado hasta este punto. Echamos la vista atrás y contemplamos el macizo de cuarcita que forma la Peña de la Silla.


Ahora el camino no tiene pérdida, basta con caminar por este cresterío de pizarras en dirección sureste. Con paso lento notamos como nuestras botas se agarran a las lajas. Las caidas en este terreno hacen pupa, y con nieve no quiero ni pensar la sensación que debe de dar esta arista.

Mientras avanzamos observamos a nuestra izquierda la grandiosidad del Hayedo de Tejera Negra (esta ruta en otoño puede estar muy interesante voy pensando). A nuestra derecha sólo observamos lomas y valles, sin ningún vestigio de asentamiento humano, tan sólo caminos.


Éste va a ser el paisaje que nos acompañe la mayor parte de esta etapa, un paisaje raro de encontrar en un entorno tan próximo a Madrid. Por otro lado sentimos que casi estamos sólos, y digo casi porque mientras subíamos a la Peña de la Tiñosa hemos visto una silueta lejana y a un grupo que se dirigía al Pico del Granero (ésto no es Guadarrama, sino la Sierra de Ayllón).


Al final de esta cuerda llegamos a una zona llamada El Corralón. En este punto tenemos que cambiar de dirección, dejamos la Cuerda de Mal Calzado y tomamos la loma que hay inmediatamente al este.

Cuerda de Mal Calzado

Son las 12:00. Volvemos a retomar rumbo sureste. El camino se vuelve algo más cómodo, el relieve está trabajado y aumentamos la velocidad. Ya notamos cómo los rayos de un sol intenso penetran bajo nuestra piel y no podemos alargar la etapa.

Nos dirigimos hacia el Collado de la Mesta por un camino que poco a poco desaparece entre una maraña de piornos. El collado, tapizado por una alfombra verde y alguna que otra sombra arbórea, nos invita a hacer un descansito. Cuando el calor aprieta con tanta fuerza es fácil caer en la tentación.

Seguimos el camino subiendo el Cabezo de San Pedro. La bajada al collado del mismo nombre se nos hace un tanto dura, teniendo que echar las manos en algún tramo. A las 13:20 llegamos a un bosque de pinos que nos proporcionará sombra para cobijarnos. Nos quitamos las mochilas, las botas y nos ponemos cómodos. Hace tantísimo calor que apenas tenemos ganas de comer. Aprovechamos para echar una pequeña siesta.


Son las 15:00. Desde este collado divisamos un camino que discurre a media ladera por debajo de la Loma del Ventiadero. Yo tenía previsto ir por la loma, pero visto lo visto creemos que es aconsejable reducir al máximo el tiempo de exposición al sol. Dicho y hecho, tomamos el sendero en el que más adelante aparecen rodadas de vehículos. Llegamos así a otro collado existente entre la cima del Regajo de las Yeguas y el Alto  Regajo.

La pista para vehículos rodados nos conduce a la última de las lomas por las que caminaremos en esta etapa. Una loma que poco a poco nos bajará de cota hasta el llamado Collado Llano. Ojo en este punto porque nos encontramos con carteles indicativos de rutas de bicicleta de montaña que nos pueden despistar. Uno de los letreros nos indica un giro a la derecha en el sentido de nuestra marcha para ir hacia Majaelrayo. Nosotros hacemos caso omiso a este cartel y bajamos en la dirección prevista, es decir, hacia el sureste, siguiendo una pista ancha de tierra que no tiene pérdida.

La bajada por esta pista se nos hace un tanto dura. Son tan sólo 3 kilómetros y 200 metros de desnivel, pero el calor es sofocante, el suelo desprende casi tanto calor como el que nos llega desde arriba y, lo peor, el agua escasea. El cruce con la carretera debe de estar ahí mismo nos decimos Rosa y yo, pero la carretera no aparece. Rosalía y Sara se quedan algo rezagadas. Por fin divisamos el asfalto que conduce a Majaelrayo.

Son las 17:15, apenas tenemos agua, el calor es insoportable y aún nos restan tres kilómetros y medio para llegar al pueblo. Tras los 18 kilómetros andados, Rosalía y Sara proponen que ellas se quedan en este cruce de caminos, mientras que Rosa y yo vamos hacia Majaelrayo en búsqueda de la furgoneta que tenemos como apoyo logístico. Nos quitamos las mochilas para andar más ligeros y nos echamos a la carretera. Tenemos suerte, tras unos cuantos cientos de metros conseguimos parar a un coche. Una amable pareja nos recoge y nos acerca hasta el pueblo. Nos acaban de quitar unos tres cuartos de hora de pateo y más tiempo de espera bajo la asfixiante sombra de un chaparro.

Alrededor de las 18:00 estamos sentados en la terraza de un bar, a la entrada al pueblo, con unas cervecitas entre nuestras manos. Éste sí es un buen final.

Ahora sólo nos falta buscar un lugar donde pasar la noche. Unos jóvenes paisanos que estaban labrando su huerto próximo al bar, nos indican que al otro lado del pueblo hay un pinar en el que la gente que viene de paso suele acampar. Hacia allá vamos a descansar....




3ª ETAPA. LUNES 28 DE JUNIO DE 2012
A las 08:30 nos dirigimos hacia el bar, lugar de encuentro con Rafa, que nos acompaña en esta subida al Ocejón. Allí está, con puntualidad británica. Le llevamos hasta nuestro campamento para que deje su coche y desde ahí partimos.

Son las 09:00 cuando comenzamos a caminar. Se nota que Rafa está fresco, no para de bromear (bueno, en realidad él es así de jovial). Salimos del pueblo y comenzamos a subir lentamente. Yo sólo he subido una vez al Ocejón, y desde la vertiente de Valverde de los Arroyos, por lo que con esta etapa completo una travesía por un terreno completamente virgen para mi.

Los primeros dos kilómetros discurren por un monte bajo de jaras, lo de bajo es por su forma arbustiva, ya que en determinados momentos debido a la altura de la vegetación pierdo de vista a algunos compañeros. Mientras pasamos este tramo, el sol ya ha asomado por encima del Ocejón. Ni una sola nube en el cielo, ¡así no tendremos problemas de visibilidad en la cima!.

La pendiente comienza a incrementarse y afortunadamente la vegetación cambia progresivamente a formas arbóreas con pequeñas sombras. Los robles nos acompañarán de manera interrumpida durante unos 3,5 kilómetros, todo un respiro.

Ya hemos salvado unos 600 metros de desnivel y nos aproximamos al Collado de Cañamarejo. En este último punto el camino se une con la vía de subida desde Valverde.  Ya sólo nos quedan otros 250 metros de subida y llegamos a la cima. Lo malo es la incomodidad del sendero, que está formado por canchales ramificados entre masas verdosas de gayubas. En el último tramo, alcanzado el Ocejoncillo, el camino mejora gracias a la mano del hombre.

Son las 12:15. Hemos alcanzado cumbre. El paisaje espectacular, mires para donde mires. Por fin Rosalía ha subido al Ocejón, tantas cumbres lejanas conquistadas y ésta se la había saltado, ¡ya es tuya!.








Tras las fotografías de rigor, nos sentamos un rato a tomar un aperitivo. Mientras, pensamos en el camino recorrido durante estos tres días, a lo lejos divisamos el Pico del Lobo, y contemplamos el valle del río Jarama, intentamos distinguir los pueblos: Campillo de Ranas, La Vereda, Matallana...; vemos a la lejanía el embalse de El Vado con una lámina de agua bastante baja. El conjunto, un colage de materiales, vegetación, texturas y colores, un regalo para la vista.

Las moscas nos recuerdan que se nos está haciendo un poco tarde. Hace muchísimo calor y mejor bajar a la sombra para comer y descansar.

A las 14:30 llegamos de nuevo al pueblo. Sara cambia la cerveza de final de ruta por una refrescante ducha en la fuente que hay en el campamento. El resto nos dirigimos de nuevo al bar para tomarnos unas jarritas heladas con las que haremos hambre.

De vuelta al pinar y nos apretamos una buena comida a la sombrita. En la sobremesa Rafa y Rosa nos comentan sus planes de ascensión al Aneto y Posets... ¡qué mejor postre!.


Pues esto ya está acabado. Hemos recorrido unos 57 kilómetros, en tres días, por un terreno desconocido. Una aventurilla para comenzar bien el verano.

Antes de finalizar este relato quiero dar las gracias a mis compañeras de viaje, ¡sois la caña!. Es un gusto compartir mi tiempo en el monte con gente tan maravillosa. También quiero agradecer a Rafa su compañía, sólo hemos podido coincidir en la última etapa, pero tengo que decirte que eres como un cargador de baterías.

Hoy por hoy no tengo planificada otra trans, pero dadme un poco de tiempo y veré qué se me va ocurriendo.

Saludos y hasta la próxima.