EL MACIZO DE LOS URRIELES

Son las 9:30 horas del sábado 17 de octubre de 2009. Salimos a la calle y observamos que el día ha amanecido totalmente despejado. La noche ha dejado su huella en forma de una pátina de hielo que envuelve todo el coche. Rosalía y yo nos miramos con cara de asombro!!!, menos mal que en las mochilas llevamos ropa de invierno.
Estamos en Potes y nos dirigimos hacia Fuente Dé, donde comenzará la ruta prevista. Un poco tarde para echar a andar, pero resulta que hasta las 10:00 h. no se pone en funcionamiento el teleférico que nos servirá de trampolín hacia las alturas de los Picos de Europa.

Resulta que yo apenas conozco los Picos. Siempre los he visto desde la lejanía y tan sólo había recorrido parte de la ruta del río Cares (Caín-Puente Poncebos) con TROTAMONTES. En esta ocasión Rosalía se ha propuesto mostrarme un entorno que conoce bastante bien... el macizo central o macizo de los Urrieles.

Como decía antes, el punto de partida es la base del teleférico de Fuente Dé. En poco más de tres minutos nos quitamos unos 750 metros de desnivel. Se puede subir andando pero, visto lo visto, mejor dejarse ayudar un poco:

Desde lo alto comenzamos a tener vistas espectaculares, y como muestra un botón:

Los primeros kilómetros de la ruta son de ascensión, pasando de los 1.850 metros de altitud (estación superior del teleférico) a los 2.344 metros (collado de los Horcados Rojos). La pendiente se va pronunciando a medida que nos acercamos a las cresterías de este gran macizo calizo. El camino, muy bien señalizado con marcas de PR, discurre entre increíbles formaciones geomorfológicas (lagos de origen glaciar, lapiaces, simas y dolinas de origen kárstico, abanicos aluviales de dimensiones ciclópeas, agujas...), todo un museo geológico-paisajístico. Algunos encontrarán este entorno un tanto exánime... tan sólo hace falta adoctrinar la mirada y acomodar el oído para percibir el dinamismo en este mar de silencio.


A medida que nos acercamos a la Torre de los Horcados Rojos, nos hacemos más y más pequeños.
La pendiente intenta suavizarse a base de quiebros que nos hacen cambiar continuamente de dirección. Desviándonos unos 500 metros de nuestro camino, en un alto relativamente próximo, se encuentra el refugio Cabaña Verónica (peculiar refugio).
Alzando la vista se divisa por fin el collado hasta el que hay que subir para flanquear las cumbres de esta gran muralla natural. Un esfuerzo más y la subida habrá finalizado. El sol hace de las suyas y nos machaca desde su cenit. Por otro lado la luz reflejada en la roca me recuerda que tengo que comprarme otro par de gafas de sol (antes de comenzar la ruta se me han roto y mis ojos empiezan ya a resentirse). Rosalía decide adelantarse para ver la cara que se me queda al descubrir lo que se esconde tras los famosos Horcados Rojos. Podría esforzarme para intentar expresar lo que se ve desde ahí arriba, pero el cierzo se llevó todas las palabras con la que podía hacer una descripción. Una vez abrigado esto es lo que vi:
  • OESTE: los Urrieles y el Pico Tesorero (pico que comparten las comunidades de Asturias, Cantabria y León)
  • ESTE: Torre de los Horcados Rojos
  • NORTE: Picu Urriellu
Si no te lo cuentan es difícil imaginar algo así. Hasta las chovas piquigualdas, desafiando las corrientes del viento del norte, parecen haber sido colocadas por una mano creativa en este paraje de fábula. Bueno..., tras un breve período de contemplación, debemos retomar la ruta que aún deparará más sorpresas. Tras la subida está la bajada... y menuda bajada. Mirando hacia el pico Urriellu, existen dos posibilidades de descenso: una por el lado izquierdo del collado y otra por el lado derecho (camino que nosotros tomamos). Este último está señalizado, aunque hay que prestar atención a los puntos amarillos en las rocas porque si no estamos perdidos. La pendiente es bastante pronunciada, por lo que en el primer tramo de descenso se hace necesario asirse a una serie de cables anclados (aunque hay numerosos agarres y la caliza es muy adherente, la abundante piedra suelta puede hacernos pasar un mal rato). A mitad del tramo de bajada con cable nos encontramos con una pareja entrañable: un padre y una hija. Víctor y Paula eran sus nombres. Él bajaba primero, animando a Paula que parecía estar pasándolo un poco mal en ese tramo. Víctor nos comentaba la dificultad de este tramo en invierno, cuando la nieve perfila aún más la ladera y se forma una pared prácticamente vertical. En definitiva, que se bajan unos 200 metros en poco más de 400 metros en horizontal... tenemos suerte de que el tiempo nos acompañe y la roca esté en perfectas condiciones.




Al final de la bajada llegamos al Jou de los Boches, espectacular depresión rodeada de imponentes moles de caliza. Vadeamos esta formación por su vertiente este, avanzando a la vez hacia la Garganta de los Boches. Un poco de culturilla, "Boche" significa, según la RAE, "Hoyo pequeño y redondo que hacen los muchachos en el suelo para jugar, tirando a meter dentro de él las piezas con que juegan". Efectivamente el fondo de este gran hoyo llamado Jou, está repleto de otros pequeños hoyos de poca profundidad y escaso diámetro. Supongo que esta gran cuenca endorreica albergaría en su día una laguna glaciar, pero la disolución de la roca ha perforado el lecho de ésta y el agua se escapa por las entrañas de la montaña.

En dirección norte y pasada la Garganta de los Boches avistamos una nueva depresión, en esta ocasión el Jou Sin Tierre. También lo rodeamos por su lado este, dejando a nuestra derecha varias cumbres que sobrepasan los 2.500 metros de altitud. Víctor me reta a reconocer el pico que sobresale a nuestra izquierda, tras una alineación de crestas de 2.400 - 2.500 m. Es el techo de los Picos de Europa, me dice: Torrecerredo (2.650 m.). ¡Qué suerte tenemos, Paula, de compartir ruta y aprender de gente que conoce el entorno! Un nuevo paso se abre entre los pedregales que se acumulan a los pies de las escarpadas laderas. Es la garganta del Jou Sin Tierre. Tras esta puerta natural, el Picu Urriellu nos da la bienvenida con su imponente cara oeste y sus 550 metros de pared vertical. Desde aquí la vista puede perderse más allá de tierra firme y alcanzar un horizonte delimitado por el Mar Cantábrico.

Bajamos hasta el refugio J. Delgado Úbeda. Hasta aquí han transcurrido unas 4 h. 45 min. desde que dejamos el teleférico y hemos andado unos 9,5 km.

Dedicamos unos minutos a observar cómo algunos escaladores afrontan el primer tramo del picu... (son las 15:00 h. y Víctor comenta que esa gente ha subido demasiado tarde... - no llegarán a la cima... tendrán que salir por la canal de los tiros de la torca -).

Trasteando por internete he encontrado estos vídeos sobre la ascensión a esta pared (doy desde aquí las gracias a las personas que han colgado este vídeo y la enhorabuena a los escaladores).




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Víctor y Paula van a pasar la noche junto al refugio (una tienda de campaña les guardará de la fría noche), por lo que nos despedimos y deseamos buena ruta a estos entrañables montañeros de Langreo.

Rosalía y yo recobramos fuerzas. Son las 15:30 horas y según lo previsto aún nos quedan unas cuatro horas hasta llegar a nuestro destino: Sotres. Nos colocamos de nuevo las mochilas y comenzamos la larga bajada por la vertiente norte de este macizo. De nuevo tenemos que bajar haciendo zetas en el camino.

Atravesamos una zona de grandes bloques caídos, desafiantes a la gravedad.

Según descendemos dejamos canales importantes a ambos lados: a nuestra derecha la Canal de la Celada, que sube a la cara este y sur del Urriellu;














a nuestra izquierda, muy a lo lejos, divisamos la Canal del Camburero y la Canal de Valcosín (bajo esta última se encuentra el pueblo de Bulnes). Un repecho con una pendiente positiva nos llevará al Collado Valleju.








Traspasado este collado parece abrirse una puerta a los prados asturianos.
El verde y los tonos ocres del otoño hacen su aparición. El paisaje de alta montaña va desapareciendo poco a poco y comienzan a oírse los primeros sonidos de los animales que pueblan los pastos.




Llegamos p
or fin al Collado de Pandébano. Hemos tardado 2 horas y 20 minutos en bajar.

Nos encontramos un batallón de vehículos aparcados en las cunetas de la pista... Víctor nos había prevenido de este hecho... "cada vez son más las personas que suben el coche hasta este punto, de este modo se quitan tres kilómetros de subida y otros tantos de bajada". La verdad es que el tramo hasta el curso del río Duje se hace bastante pesado, ya que discurre por pista. El caso es que nuestro propósito era cruzar esta mole de piedra con la única ayuda de nuestras piernas, de modo que sólo cabe la posibilidad de continuar caminando (de camino vamos cruzándonos con habitantes de la tierra):

Cruzando el río podemos ver un antiguo puente medieval. Atravesamos por este punto un conjunto de edificaciones aisladas. Son las invernales de Moyeyeres y de Cabao, construcciones tradicionales que actualmente están abandonadas.

Llevamos ya andados algo más de 20 kilómetros. Las piernas comienzan a estar resentidas y vemos Sotres en mitad de la ladera... nos falta algo más de un kilómetro y medio y una subidita buena. Un último esfuerzo para poder darnos una reconfortante ducha, tomar una cena caliente y descansar... la jornada de mañana nos depara más kilómetros por andar....