MACIZO DEL CORNIÓN

Mes de agosto, mes de vacaciones.

Resulta que Rosalía, desde hace algunos años, lleva planeando una ruta para cruzar el macizo oriental de Picos de Europa, concretamente desde Caín hasta los Lagos de Covadonga. Yo no conozco nada de este macizo, ni siquiera los propios lagos (tan sólo desde el aire y gracias a la vuelta ciclista a España)... aunque me hago una ligera idea de lo agreste que puede llegar a ser a juzgar por lo que intuí hace algunos años desde la ruta del río Cares.

Tras buscar información barajamos la posibilidad de hacer una ruta de tres días. La idea es partir desde Caín hacia el Refugio de la Vega de Ario, utilizar éste como base operativa para ir y volver hasta los lagos al día siguiente y regresar por último al punto de inicio.

Martes 2 de agosto.
La previsión meteorológica no es muy alagüeña. A pesar de estar en el mes de agosto hay riesgo de lluvias y nieblas en toda la zona. Podemos arriesgar, pero la zona no es como para andarse con tonterías... si ya da reparo encontrarse con la niebla en lugares conocidos no voy a contar lo mal que se tiene que pasar cuando el entorno desconocido se torna invisible. En fin, decidimos retrasar la ruta unos días.

Miércoles 3 de agosto.
Aprovechamos para hacer un poco de turismo que tampoco está mal: Las Arenas de Cabrales, Bulnes, Cangas de Onís...

Jueves 4 de agosto.
Pasados estos días la previsión no ha mejorado mucho. La gente del lugar nos comenta que este verano está siendo anormal, muchas nieblas, lluvias y bajas temperaturas. ¡Qué le vamos a hacer! La ascensión que pretendíamos hacer desde el río Cares hacia la Vega de Ario sube por la Canal de Trea. Lo que leemos de ésta es que es bastante exigente, bien señalizada pero con pendientes muy elevadas. Ante el riesgo de meternos en un berenjenal de difícil salida optamos por buscar un plan B.

El plan B es menos pretencioso, pero no por ello menos interesante. Desistimos de subir por una canal que con lluvia puede ser humillante (durante nuestra estancia en Las Arenas leimos en un periódico local que el 112 tuvo que rescatar a una pareja de montañeros que se perdieron en una canal próxima). Haremos una ruta menos corta de ida y vuelta, partiendo desde los Lagos de Covadonga hacia el refugio de la Vega de Ario. Nos hemos informado en Cangas de Onís de la manera de acceder a los lagos: para los madrugadores la carretera está abierta a vehículos privados hasta las 8:30 h. Los más perezosos sólo pueden acceder a patita, en bicicleta o bien en autobús. Sólo nos queda pensar cómo hacer para tener todo el equipaje listo a primerísima hora de la mañana y poder acceder con el coche hasta los lagos. Hasta ahora hemos pernoctado en camping, pero no vemos muy acertado el levantarnos en un camping a las 6 de la madrugada, a oscuras, con toda la tienda mojada por el rocío, llevando todas las cosas al coche que tendremos que dejar fuera del camping porque éste no permite el tráfico de vehículos hasta las 8... y todo esto en silencio... vamos, ¡que no! Aprovechando nuestra visita a Cangas de Onís, buscamos un alojamiento baratito por internet. Visto y no visto... un albergue muy recomendado en la localidad de La Riera... allá vamos.

Viernes 5 de agosto.
El pueblo es pequeño, muy tranquilo y acogedor. Estamos a las puertas del Parque Nacional. El albergue está bien. Bastante nuevo y cuidado. Salimos a dar una vuelta por los alrededores y observamos que los jóvenes del pueblo engalanan las calles con banderitas de color azul. Junto a la puerta del albergue están montando un pequeño escenario, parece que el fin de semana el pueblo estará en fiestas. Caminando a lo tonto llegamos hasta el Santuario de la Virgen de Covadonga. Visitamos el lugar poco antes de que todo este negocio comience el cierre de sus puertas. Comienza a caer la tarde y el cielo amenaza tormenta... al albergue a descansar. Entramos en nuestra habitación y resulta que tenemos compañía. Unas cuantas niñas de unos 16 añitos que se están preparando para el macrofestival de música electrónica Aquasella que se celebra este fin de semana en Arriondas. Una atmósfera repleta de hormonas juveniles desenfrenadas se entremezcla con los efluvios de distintas marcas de perfumes y lacas. Es hora de dormir si mañana queremos madrugar. Una pareja de catalanes nos advierte de que la noche anterior un grupo de chavales estuvieron de botellón hasta las tantas bajo la ventana junto a la que ellos dormían. Son las 0:00 h y las niñas están alborotadísimas, comienzan a irse, pero cada 2x3 regresan a la habitación para retocarse con un poco de laca... esto se está haciendo algo duro... La habitación se va quedando sin gente, pero en el exterior se oye un tumulto con ganas de fiesta. Las 0:30 y el ruido va in crescendo. A escasos metros de nuestra cama, tenemos un botellón en pleno auge. L@s moz@s del pueblo se han instalado en la placita que hay junto al albergue. Los altavoces de un coche que orienta su maletero abierto hacia nuestras ventanas muestra su potencia musical con un popurrí; el "... para hacer bien el amor hay que venir al sur..." de Rafaela Carrá me hace saltar de la cama. Me visto y me dirijo a la casa de la pareja que regenta el albergue. Les pido que nos devuelvan el dinero. Nos dicen que si no estamos conformes que salgamos del albergue y que luego nos darán el dinero. "¿Les parece que se lo exponga a la guardia civil?". El matrimonio, que parece cortar el bacalao en el pueblo, llama a la comisión de festejos. Dos chavalinas de apenas 18 años se excusan. Ordenarán desmontar el tinglao hasta mañana, que es cuando tienen permiso por fiestas. Vuelvo a la cama. La música ha cesado, pero desvelados intentamos conciliar el sueño entre increpaciones de los paisanos que han visto cómo un grupo de "perroflautas" les ha chafado su fiesta.

Sábado 6 de agosto.
Al poco de amanecer recogemos los trastos y nos dirigimos hacia los lagos. Acompañados por algunos coches de madrugadores llegamos a un aparcamiento desierto.
Comenzamos a andar desde el primer aparcamiento que hay junto al Lago de Enol. Subimos a la loma que separa éste del Lago de la Ercina. Las vistas a uno y otro lado son impresionantes.
 
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Al llegar al Lago de la Ercina conviene no despistarse y buscar indicaciones de la ruta PR PNPE 4 Ruta de Ario. Nosotros seguimos las indicaciones de un mapa de la editorial Alpina y dimos la vuelta completa al lago por su orilla oeste, gracias a un paisano que perseguía a sus ovejas volvimos al camino correcto.

La ruta continúa en dirección SE, dejando atrás estas preciosas masas endorreicas. El camino se adentra poco a poco en el interior del macizo llamado de Cornión. Los pastos no pueden estar más verdes y los suelos presentan una coloración marrón oscura, casi negra en algunos casos. Las abundantes lluvias hacen que todo bajo nuestros pies esté saturado de agua. El exceso de humedad, unido al trasiego de las vacas por el camino, hacen de éste un auténtico lodazal por el que resulta prácticamente imposible caminar sin hundirse hasta al menos los tobillos.

Salvado este primer tramo el camino se hace más fácil. El paisaje se torna más gris. Los afloramientos de caliza ganan terreno a los pastos.


El sendero nos conduce a través de pequeñas masas boscosas, zonas de pastoreo con pequeños corrales y vegas donde las vacas descansan plácidamente. Nuestra presencia parece no importar lo más mínimo a estos animalitos que nos observan nuestro paso a escasos centímetros de sus ojos.


La ruta continúa ascenciendo. Cada vez se hace más dura, no por la pendiente que se mantiene uniforme, sino por la aridez del paisaje. Se pierden las referencias y la aspereza de la roca parece ir limando las fuerzas poco a poco. Nos hemos cruzado con tan sólo un grupo que venía del refugio y con una pareja. Tenemos la suerte de disfrutar el entorno en soledad (recuerdo la romería que sufrimos hace unos pocos días subiendo a Bulnes).

Unos kilómetros más adelante nos topamos con indicativos del refugio de Vega de Ario, también llamado Refugio Marqués de Villaviciosa. Ante nuestros ojos se presentan, imponentes como los torreones de un castillo, las cumbres del macizo central. Defendiendo este majestuoso edificio nos encontramos con el enorme foso del río Cares. Un cielo amenazante trunca las cumbres con una densa nubosidad. Se percibe en el ambiente, la contienda puede comenzar de un momento a otro y mejor ponerse a cubierto.



A escasos metros de este cartel llegamos al refugio Vega de Ario.
¿Qué contar de este refugio? Que está en un entorno privilegiado. Que está muy bien conservado, tanto en su interior como en el exterior. Que sus guardas, Ignacio, Laura y Sacha, son especiales y que nos hicieron sentir como en casa. Sacha me hipnotizó con su imaginación (ahora los caballos son babayos y todos los burritos me recuerdan a la burina Lola).
Toda la tarde y seguramente toda la noche la pasamos al abrigo de los muros del refugio. A través de los cristales percibíamos la batalla que se libraba en el exterior.

Domingo 7 de agosto.
A primera hora del día veo que el cielo presenta algunos claros entre la negrura. Es muy posible que las nubes se retiren. Mientras desayunamos el pan amasado la noche anterior, oimos que Laura ayuda a Ignacio a ensillar a Lola. Tienen que devolver un fregadero defectuoso y, claro, no hay más medios que los de tracción animal, ya que según nos contaron, la federación de montaña no da muchas ayudas y los helicópteros son excesivamente caros.
Mientras Ignacio marcha hacia los Lagos, Laura nos da indicaciones de cómo subir hacia el Pico Jultayu. Sólo hay que seguir los jitos, nos dice.
Eso es lo que hicimos, seguir los jitos. Primero descendemos desde la Vega de Ario, en dirección sur, hacia Las Cruces. A este último punto habríamos llegado de haber subido por la Canal de Trea desde el río Cares.




Continuando en la misma dirección sur ascendemos hasta la cima del Jultayu. Un pico aislado desde el que tenemos una panorámica de 360º de todo el macizo de occidental de los Picos de Europa.
Esto es lo que se divisa hacia el norte:
Esto es lo que se divisa hacia el suroeste (los picos más altos de este macizo):
Una mirada hacia el este-sureste y veremos las cumbres del macizo central:


Asomándose un poco al borde de esta cumbre, el cañón del río Cares y Caín parecen maquetas:


 Podríamos quedarnos en este pico toda la mañana, observando el paisaje y el vuelo de los buitres. Una foto de equipo y marchamos de nuevo hacia el refugio.


 Nos despedimos de Laura y de Sacha. Ignacio aún no había vuelto, lo que indicaba que la cosa no se había dado tan bien como pensaban en un principio.
Antes de echar a caminar sobre nuestros pasos de vuelta a los lagos decidimos realizar la buena acción del día. Resulta que un grupo de scouts que había pasado unos días en una pradera próxima al refugio había dejado "olvidados" unos cuantos kilos de basura. Sí señor, en mitad de un Parque Nacional, un grupo "amante de la naturaleza" "olvida" restos de basura de varios días... asquito daba recoger aquello (no voy a mencionar). Un mesecito de tareas de limpieza les daba yo a esta panda para que sepan de valores.

Ya casi en las proximidades de los lagos nos encontramos con Ignacio y Lola. El aspecto de Ignacio era impresionante, embarrado hasta las rodillas y con cara de mucho cansancio. Resultó que la burina sirvió más de estorbo que de ayuda. Al esfuerzo de hacer el camino se le sumó la porfía de la burra, que al parecer no estaba muy por la labor de colaborar ese día.

Unos kilómetros más adelante nos esperaba una marabunta en las proximidades de los lagos.
Ya estamos de nuevo en la "civilización", ese lugar de donde últimamente tengo que huir para sentirme persona.