ESPALDAR DE GALAYOS


Sábado 11 de junio. El día está completamente despejado... las vistas van a ser espectaculares.

Partimos desde la plataforma de Mingo Fernando (1150 m de altitud), próxima a la localidad de El Hornillo. La ruta será circular, con un desnivel pronunciado en la subida y algo más suave en la bajada (de unos 1125 m aproximadamente). 





Desde la plataforma tomamos el sendero paralelo al arroyo. En pocos minutos vemos a nuestra derecha el refugio de Mingo Fernando. En él pretendemos pernoctar a nuestra bajada, tendrá cabida para unas cuatro personas tumbadas. Este primer tramo discurre entre pinar, por una senda marcada con hitos que remonta el curso del Río de Cantos durante aproximadamente unos dos kilómetros. Encontramos carteles de madera y nosotros tomamos la dirección del indicativo "Canal Seca" y el "Puesto del Pío".

Al salir del pinar el paisaje se transforma en un inmeso berrocal. La pendiente poco a poco va pronunciándose pero el camino es fácilmente visible. El curso de agua, que dejamos a nuestra izquierda según subimos, comienza a encajarse en la roca. Llegamos a una majada en la que se observa una choza de piedra bien conservada, éste es el Puesto del Pío.

A medida que avanzamos los hitos comienzan a ser menos visibles, por lo que agudizamos la vista para no enriscarnos, el río cada vez queda más abajo. De repente el camino parece perderse y decidimos atravesar una zona de piornos que se nos presenta como única alternativa. El año ha sido lluvioso y los matorrales han desdibujado cualquier rastro de camino, por lo que atrochamos como podemos intentando no descender hacia el barranco.

Desde este punto podemos contemplar la impresionante Canal Reseca que queda confinada entre imponentes paredes graníticas. Como es la primera vez que pateamos esta zona se nos ponen los pelos un poco de punta...

Intentando salir lo antes posible del piornal llegamos a un punto sin aparente salida. De frente el suelo se acaba y se nos presenta un escarpe de unos treinta metros hacia el fondo del valle, por otro nos encontramos con unas placas con el grano bastante pulido y con cierta pendiente. No vemos ni un solo hito. Nos queda la opción de retroceder un poco e intentar, antes de volver a perdernos entre la vegetación, ir ganando cota por alguna zona menos comprometida.

Echando las manos en algún que otro punto, remontamos unas cuantas placas en dirección paralela al curso del arroyo y tras unos cientos de metros parece que hemos encontrado de nuevo algún rastro del camino. Estas placas con humedad tienen que ser bastantes peligrosas. Bueno, al menos sabemos por dónde debemos continuar. El sol pega fuerte y aunque sin posibilidad de sombra alguna decidimos hacer un alto para reponer fuerzas.

Frente a nosotros tenemos una nueva canal... ¿será ésta por la que tenemos que subir? Echamos mano del mapa y nos posicionamos, una línea de cumbres nos flanquean de oeste a noreste, no cabe duda, esta es la Canal Seca. A media ladera se vislumbran un par de objetos que parecen moverse. Saco los prismáticos y... efectivamente, dos personas están ascendiendo por ella. Desde aquí la cosa acongoja un poco. La pendiente es considerable y los bloques de piedra no parecen estar muy estables. En fin, no hay alternativa, excepto volver por nuestros propios pasos. Ahora la pregunta es... ¿cómo llegamos a la canal?

Continuamos ascendiendo en dirección noroeste, siguiendo el curso del arroyo y en una zona de matorral, donde la pendiente es menos pronunciada, podemos cruzar al otro margen. Desde este punto y en dirección suroeste nos dirigimos hacia la canal por un paso que presenta de nuevo algún que otro hito. Tras esta subida sigue una corta bajada hasta un pedregal que antecede a la rampa final, la Canal seca.

Ya estamos aquí. La subida es durilla. El crestón que dejamos a nuestra izquierda da aún más sensación de verticalidad. Hasta ahora no había sentido la necesidad de hacer fotos:




Afortunadamente, entre la piedra suelta afloran grandes bloques que nos permiten tomarnos alguna breve parada mientras subimos.



Al levantar la vista nos encontramos de frente con la Puerta Falsa y a su izquierda el Gran Galayo. Nosotros giramos antes de encajonarnos más en la canal a mano derecha según se sube, pasando de dirección suroeste a dirección noroeste.



Ya fuera de la canal volvemos a encontrarnos hitos que nos conducen al cresterío que nos recibe con caprichosas formas.


Al llegar a esta arista tenemos todo el Galayar a nuestros pies. Todo un espectáculo de agujas que desafían a la gravedad y que transmiten sensación de vértigo. El borroso cielo del verano delimita el sinuoso horizonte de los Montes de Toledo, y entre éste y el macizo de Gredos la planicie del valle del Tietar. A unos 200 metros más abajo se ve el refugio Victory... todo se ve pequeño y grande a la vez.


Aprovechamos este lugar para comer y reponer fuerzas. Mientras observamos a los diminutos escaladores en las inmensas paredes.


Aún nos queda un largo camino de vuelta. Aunque ya hemos hecho lo más difícil ahora tenemos que recorrer un largo camino para volver hasta el coche, coger las cosas para dormir e ir de nuevo al refugio.

Retomamos la ladera por la que hemos subido y nos dirigimos hacia la cima de Los Pelaos. Al principio el camino está un tanto peligroso debido a la pendiente y a la gran cantidad de piedra suelta. En pocos metros la cosa mejora y es cuestión de ir siguiendo los hitos que nos llevarán hasta esta cumbre. Un vistazo atrás y esta es la vista que dejamos:


A medida que subimos nos encontramos unos sugerentes prados verdes con varios regueros que bien podían servir para echarnos una siesta...


Pasado un refugio en ruinas llegamos a la cima de Los Pelaos. El suelo me recuerda a un paisaje lunar, con multitud de fragmentos de rocas dispersas entre un lecho de herbáceas con tonos pardo-rojizos... ¡qué sensación de aridez!

A lo lejos, en dirección oeste, aparecen las siluetas de las cumbres del Circo de Gredos. Aún pueden apreciarse pequeños neveros destacando sobre el contraluz.


Y en dirección sur, casi a tiro de piedra tenemos el techo de esta zona, La Mira. No tardaríamos mucho en subir y bajar, pero decidimos dejarlo para otra ocasión.


Ya encarrilados en la cuerda, notamos un agradable viento fresco que alivia el caluroso paseo. Las vistas a uno y otro lado son un regalo. La sensación de soledad es absoluta. Me adelanto para acercarme a un collado desde el cual podré hacer unas bonitas fotos de las canales y me sorprende una numerosa manada de cabras... Nos sorprendemos mutuamente y su espanto provoca un tumultuoso golpeteo sobre los riscos que rompen el silencio del viento.


No me puedo resistir y aprovecho la ocasión para fotografiar el paisaje utilizando estos ejemplares como improvisados modelos.




El camino hasta el Puerto del Peón no aparenta ser muy largo. En principio parece que en una hora más o menos se puede llegar con facilidad. Unos cuantos canchales retrasan nuestra marcha y hacen un poco más cansado este tramo.




Desde las proximidades del Puerto del Peón tenemos una buena perspectiva desde la que podemos vislumbrar el recorrido realizado a través de la Canal Seca y el camino seguido hacia la cima de Los Pelaos.



La bajada desde el Puerto del Peón es rápida y cómoda (hay que agradecer el duro trabajo que en su día hicieron los peones camineros).




Todo ha salido a la perfección. Bueno, todo menos la idea de pernoctar en el refugio. A nuestra bajada, ya casi de noche, nos encontramos que éste estaba ya completo. Era de esperar, fin de semana... Total, que nos toca recoger el campamento y retornar a casa.